
Un domingo se despertó cansada de su vida…
Miró a su alrededor buscando una respuesta o tal vez aquella pregunta…
Mientras bajaba a la cocina, se dio cuenta de lo silenciosa que era su casa, tanto así que podía escuchar sus rencores.
Se sentó con su taza de café en la mecedora, se dio cuenta de lo cansada de amanecer y ver a su esposo con las mismas actitudes desde hace tantos años, y sin darse cuenta también sentía el repudio hacia su amante…
Se dio cuenta que estaba cansada de esperar, esperar aquella señal que la podía llevar a la gloria, aquella llamada que le devolvería el color a su oscura vida…
Todos los días le perturbaba aquella decisión que no fue capaz de tomar, si solamente pudiera devolver el tiempo y remediar los errores que la llevaron a cometer aquella locura…
Cuanto tiempo ha pasado? Y nunca se ha podido perdonar…paso de amante en amante esperando respuestas a sus temores sin embargo lo que consiguió fueron más dudas…
Después de tantos años siempre que sonaba su teléfono, esperaba que fuera aquella voz, que nada más le dijera: “He vuelto”…pero esa visión de amor que tenía no era más que eso que una visión…que se aferro para vivir…pero para que vivir así? Se preguntaba todos los días
Pasaron las horas, sentada en su mecedora viendo para la inmensidad y pensando en lo absurdo de sus relaciones, llenas de odio, amor, engaño y lo peor de todo de venganza…
Decidida se levanto y se dirigió a la cocina, tomo el cuchillo y se dirigió al lago, estando al filo del muelle, volvió a pensar lo irreal de su vida, y sin pensarlo dos veces clavo su cuchillo en su corazón, y cayó al lago de sus deseos, donde ella creía que el lago se lleno de las lágrimas que derramo por aquel amor.
Sin embargo no se dio cuenta que el teléfono sonaba sin parar, repetidas veces sonó al no tener respuesta, prefirió dejar un mensaje en la contestadora que no fuera inoportuno por su esposo, que decía “He vuelto, te llamaba para saber cómo estas?…”